Las decisiones.

Hace unos días supe que mi vida podía cambiar. Aunque quizás sea exagerar un poco. Ando tomando fotos con el móvil. Estoy en la playa. Abi quiere contarme de Oba. Es importante, dice. Yo he estado unos días sin escribir. La novela está algo parada. Pero tengo noticias de Clemen. La investigación sobre su poemario premiado y jamás publicado está tomando un viso de novela. Le he propuesto a Abi incluirla en la nuestra. Quizás en un apartado que se llame Detectives en paro. Un guiño a la novela de Bolaño. En un par de semanas puede que cambie de vida y trabajo. Pero no lo tengo claro. Las decisiones nunca han sido mi fuerte. ¿Puedo hablarte? Me pregunta Abi. El sol se está poniendo y no paro de hacer fotos. La gente va abandonando la playa. En poco tiempo acabamos casi solos. Yo noto algo en el ambiente. Un nuevo trabajo como el de profesor podría hacer que mi estilo de vida cambiara para siempre. Dejar la tranquilidad de la biblioteca. Y adentrarme en una aventura. Qué sé yo. Es verdad que antes pensaba que el trabajo podía ayudarte a tu propio crecimiento personal. Ahora pienso que quizás cualquier trabajo por ser trabajo ya es un poco alienante. El propio concepto, quiero decir. Aunque no sé muy bien qué es lo que quiero decir. Llevo unos días sin escribir. Los proyectos se van acumulando. Hemos empezado con la novela y no avanzamos. Volvemos a esta playa para hablar de la estructura y no hemos hablado aún. Surgen los temas personales. La relación con Oba y mi posible cambio laboral. Mejor sueldo, aunque mucho más estresante que ahora. Sé que lo de que cualquier trabajo aliena, es una visión marxista. Y sé que hay trabajos mejores que otros. Claro que los hay, me dice Abi. Pero escúchame, me dice. Yo no la escucho. Lo de Oba se ha complicado ¿no? Le suelto de repente. Cualquier trabajo puede cambiarte. Te conviertes un poco en él. Las condiciones materiales, etc. La noche está presente ya en la playa. Y la voz de Abi me llega como la espuma de las olas. Hace ya un rato que me está hablando. Pero sólo me llegan palabras sueltas. Un embarazo no buscado. Una conversación pendiente con Oba. El asunto de seguir con la novela, etc. Que si conozco la novela Ordesa. De Manuel Vilas. Y yo pensando en Vilas. Le quise recordar que Vilas tenía ese nombre por Manuel Vilas. Que la autoficción está encaminándose. Y en una semana podría ser profesor de lengua en un centro de secundaria. Felicidades, le digo. Noto que Abi está llorando. Le pongo la mano en el hombro. Hay que seguir con la novela, me dice. Trascender todo este asunto. 


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