El puñetero pez plátano.

 Sobre el primer cuento de Salinger. No sobre su primer cuento. Que no sé cuál será. Sino sobre el primer cuento de su libro de cuentos llamado Nueve cuentos. Y cómo en dos escenas monta un cuento casi perfecto. Sabemos de la historia del protagonista, llamado Seymour, por la preocupación de su suegra en la conversación telefónica que mantiene con su hija. La esposa de este. Sabemos que ha vuelto de una guerra no demasiado bien. Y lo sabemos por la preocupación de la madre, la suegra de Seymour. Y del interrogatorio a la que somete a su hija. En el siguiente cuadro o escena, la acción transcurre en la playa. Tras un breve diálogo entre una madre y una hija en otra habitación del mismo hotel. La hija esta vez es una niña. Y acaba yendo a la playa sola. Tras las huellas del protagonista. Que se llama Seymour Glass. Y ocurre una cosa con la traducción que es arriesgada y quizás no funcione. El traductor traduce literalmente el nombre del protagonista para recrear la confusión del nombre. Veo más cristal. Dice la pequeña. Ya en la playa, la niña entra en contacto con Seymour. Y este le cuenta algo sobre los peces plátano. La niña termina viendo peces plátano. Seymour se aleja de la playa, asustado. En el ascensor, camino a su habitación, se enfada con una mujer porque al parecer le mira los pies y no lo quiere admitir (que le mire los pies y que estos sean feos). Después de algunos gritos, llega a su habitación donde duerme su esposa. Coge una pistola y se pega un tiro. Dicho así no parece gran cosa. Y es porque lo que importa no es el giro final, ni el argumento. Si no la estructura. El enfoque. Y la forma de decir callando. Sin emitir juicios. Se nos muestran los personajes como son, por lo que hacen y dicen. Sin más explicaciones. Salinger se recluyó tras el éxito abrumador de su novela El guardián entre el centeno. Pasó de su mujer y de su hija. Se construyó una cabaña. Y ahí pasaba el día. Escribiendo como si fuera un monje budista de la escritura. Austeridad, perfeccionamiento, obsesión. Sus historias suelen tratar de la niñez, la inteligencia, las emociones, la soledad, la imaginación. Las huidas y sus secuelas. Salinger huyó para salvarse. Y escribió como si no hubiera otra cosa en el mundo. Recordando quizás la imposibilidad de los peces plátano, escribió sobre la imposibilidad de la escritura, en su tarea de mostrar el mundo en su belleza terrible. Creo que gente como Foster Wallace supieron glosar eso. Salinger intentó mostrar el puñetero pez. Un pez plátano cualquiera. La herida de la edad adulta en la imaginación. Porque la niña sorprende a Seymour. Ve al pez plátano. Así que la artimaña del protagonista para jugar y sorprenderla se le va de las manos. La respuesta de la niña le recuerda que los peces plátano existen aunque él los haya inventado. Esa sorpresa terrible del paso del tiempo, la pérdida de la inocencia. Puro Salinger. 


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