Días comunes.

Intento preguntar por el pago fraccionado de la contribución. Antes de todo eso, me he despertado con una sensación de cansancio un poco exagerada. Llevo unos días pensando que es debido a una posible falta de B12. Pero no soy adivino. Tendré que hacerme una analítica. Prometo que he intentado llamar a cita previa. Pero es imposible. Lo mismo me ocurre con el pago del impuesto del bien inmueble de la casa de mi madre (IBI, CONTRIBUCIÓN). Sentado en la cama, valoro las opciones que tengo. Pegarme un tiro con una pistola imaginaria, seguir durmiendo, llegar al baño. No sé en qué momento hago la tercera. Al rato estoy escuchando la canción No fun del grupo The Stooges. Su base rítmica se compone de bajo y de palmas. Un tres por cuatro constante quizás. Aparco. Salgo del coche, un tanto desorientado. Llueve. Recuerdo que Stooges significa chiflados. Y me supongo que la canción es una queja monorítmica sobre las cosas que no divierten. Creo entender que una de esas cosas es estar solo. Me muevo hasta las escalinatas del ayuntamiento, donde un segurita con mascarilla me interroga y me informa, diciendo la misma frase varias veces. Salgo desconcertado de la entrada. Con un número de teléfono. El servicio de cita previa. Otro. Sigo escuchando las palmas. Unos aplausos contenidos que se repiten. Un ánimo que desanima. La canción se desquicia pero las palmas siguen. Una especie de esquizofrenia protagonizada por la voz y la guitarra. Recuerdo lo que decía aquel personaje interpretado por Seymour Hoffmann sobre Iggy Pop. Auténtico Rock, decía. Mi hermana acaba de enviarme un audio por WhatsApp. Dice que no dan cita hasta el 1 de julio. Y que ya para entonces será imposible pedir el fraccionamiento. Será cuestión de reunir el dinero como podamos, dice. Tenemos hasta septiembre, dice. Sigo intentándolo con la cita previa, casi avergonzado. Iggy Pop se desgañita por enésima vez. 

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