Aprender a ganar.

Es sábado por la noche. Tras comprarme un pantalón estilo carrot (he tenido que preguntarle al dependiente qué significaba carrot) en Pull and bear, he visto que Abi me estaba esperando por fuera de la tienda. El centro comercial está cerrando y nos debatimos entre ir a otro sitio o quedar otro día. Abi está deseosa de enseñarme el primer capítulo de la novela. Yo estoy bastante cansado y se me nota en la cara. Aún así me obligo a seguir un poco más. Subo en mi coche y Abi me sigue con el suyo. Llegamos hasta La Laguna. Ahí ella consigue aparcar antes. Cuando aparco, reviso lo que me he comprado, pensando que tendré que devolverlo. El de la tienda me ha dicho que no podía probarme el pantalón. Por el covid19. O la covid19. Hoy me he enterado de ese femenino. El pantalón sólo me ha costado 5 euros. Y eso me ha decidido. Entramos a un lugar especializados en croquetas caseras, que se llama La Cocretería. Supongo que por la broma de decir de manera consciente cocreta y no croqueta. Un aprendizaje o desaprendizaje de ciertas palabras. El otro día Luisa me dijo, refiriéndose al estilo de los textos del blog, que me parezco irremediablemente a Millás en lo que escribo. Yo le he agradecido el piropo. Siempre me ha gustado Millás. Quizás por un toque cortazariano que tiene, de escritura como juego y de cierta reflexión más allá de las palabras pero desde las palabras. Quizás mi reflexión sobre la palabra croqueta y el uso que le damos mientras la aprendemos a decir y a paladear, vaya por ese lado de las cosas. Las paredes están decoradas con tablas de madera que tienen escritas frases curiosas. Le cuento a Abi lo de la peli de Paul Newman, El buscavidas, porque la frase que le ha llamado la atención tiene que ver con el fracaso. Yo en cuanto advierto la frase, gracias a Abi, no puedo dejar de quedarme asombrado. Últimamente he estado oyendo por las redes eso de que hay que aprender a fracasar. Recuerdo también la película de Kloves, sobre dos hermanos pianistas. Los Baker boys. Tras 15 años tocando los mismos temas, uno de ellos ya no aguanta más. Quiere hacer otro tipo de música pero el miedo al fracaso lo inmoviliza. Sin darse cuenta de que precisamente eso le hace fracasar. Eddie Felson, el buscavidas, escucha decir sobre él, que no sabe ganar. Que lo único que sabe es perder. Creo que siempre he tenido miedo a fracasar. Pero también he tenido miedo a ganar. Y no saber qué hacer. Y precisamente es eso lo que dice la frase. Qué se supone qué se debe hacer cuando se gana. Agradecerlo, diría Luisa. Últimamente está muy puesta con el ho'oponopono. Una especie de filosofía hawaiana que defiende el agradecimiento por todo lo bueno que nos ocurre, y para aceptar la adversidad de lo no tan bueno. Si busco en Internet, las palabras básicas son: " lo siento, perdóname, gracias, te amo". Honestamente me parece un camino demasiado fácil. Es como una carta blanca para hacer lo que quieras, sin asumir las consecuencias. No quiero ser un buenista (y no me refiero a ser un discípulo de Gustavo Bueno), pero tampoco me gusta ir de looser. Si es verdad que esto último es más literario. Sólo hay que ver a Bukowski. Pero a mí qué más me da. Yo nunca seré Bukowski. Ni tampoco Murakami. El fracaso es un sentimiento como otro cualquiera. Buscar el equilibrio sería lo propio pero bueno. Seré buenista sin convicción. Tampoco somos robots. Cometemos excesos morales. Por decirlo suave. Y nos cuesta aprender. Si es que aprendemos algo. Quizás no sepamos muy bien qué hacer cuando ganamos porque nuestra programación cultural nos dice que hay que ganar siempre y no aceptamos ganar sólo unas pocas veces. Ahí, el fracaso nos da una lección de humildad necesaria. Ho'oponoponada que diría Abi. 

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