Mr. Evitativo.

Anoche estuvimos con Abi que nos invitó a Oba y a mí a una cena postconfinamiento. La primera que hacíamos este año. Los nicóticos están desperdigados pero alguna vez nos vemos. Es verdad que ni Oba ni Manu estuvieron en aquellas veladas nocturnas en casa de Alba. Tenían la edad de mi sobrino. Y aún les faltaba para llegar a la uni. Aún así, supongo que nos entendemos bien. Oba trae un vino Toro. Abi pone unos chuletones. Yo llevo el helado favorito de Abi, de menta y chocolate. Abi nos cuenta que ha estado escribiendo para una revista, durante el confinamiento. Oba no aparta los ojos de ella. Yo me decido a encender la parrilla y a encargarme de la carne, en la terraza. Oba me había pedido antes de entrar que les dejara un momento a solas. Abi y él estaban pasando un momento complicado. Recuerdo la peli Almost in love. Bibi siempre me decía que le molestaba un poco que fuera incapaz de contar o recordar algo sin mencionar algún símil o referencia cinematográfica. Decía que denotaba poca experiencia. Mientras voy calentando la plancha, recibo vía WhatsApp una foto de un dibujo que le encargué a Novoa. Ha ignorado parcialmente mis indicaciones. Pero no trabaja para mí. Simplemente hace su versión de lo que escribo. Mi idea es mostrar desde la tipografía de la letra, la visión nicótica del mundo. Si Alba me escuchase, me diría que no tengo ni idea de lo que hablo. Que me he apropiado de la visión de su madre para explicar mi trastorno evitativo ansioso. Al otro lado de la casa, en la cocina, escucho las risas de Abi. Oba muestra su cara más seductora y divertida. Una especie de Woody Allen canario. Yo intento esmerarme con el primer chuletón. No quiero dejarlo sangrante, pero tampoco muy seco. Vilas me hablaría de la industria cárnica. Y yo le diría que es de un carnicero de confianza que conoce Abi. Pero aún así, he pensado en dejar de comer carne. Hace una noche de verano agradable. Abi vive en la planta novena. A penas corre brisa. Intento dejarles espacio para que solucionen sus cosas. Y creo que las están solucionando. Recuerdo aquel momento, hace un par de años a la vuelta del viaje del Teide que hice con una de mis citas de Tinder. En una parada para tomar café, estuvimos hablando de todo un poco. Pero salió el tema de lo que nos proponíamos cuando empezábamos a conocer a alguien. Ella de entrada, me dijo que estaba con los trámites del divorcio y con dos hijos prácticamente criados. Te digo esto, me dijo, por si quieres salir huyendo. Y ahí salió mi vena conciliadora. Sólo nos hemos visto dos veces, le dije, y me apetece seguir viéndote. Lo siguiente que recuerdo fue que nos enrollamos en su coche. Cada vez que yo intentaba pasar de sus pechos a su entrepierna me paraba en seco. Sin embargo, ella me empezó a tocar, por indicación mía, hasta que ya no pude más. En una fracción de segundo calculé que si llegaba hasta el final me iba a sentir mal por haber sido el primero. A pesar de que insistí en que fuéramos a mi casa (la suya con sus hijos era inviable), ella no quiso. Mientras, me avergonzaba de verme todo el semen sobre mi camiseta y del olor tan fuerte que despedía aquello. Entre la risa y la vergüenza, nos despedimos. No volvimos a hablarnos. Vilas me contó que una vez le pasó algo parecido. Pero mucho más cómico. Intentando frenar con un movimiento tántrico la eyaculación, consiguió lo contrario. La cosa era apretarse el glande para retener el semen. Y el efecto fue que un chorro le saltó directo al ojo. Aquello lo dejó por unos minutos con el ojo ardiendo y medio ciego. Mientras comprobaba si la carne estaba lista, me di cuenta de que ya no se oía nada en la cocina. Al asomarme, vi que Oba y Abi lo habían solucionado. Apagué la plancha eléctrica, puse la carne y el trozo de pimiento rojo en el plato, con un chorro de limón. Y abandoné la casa con mucho sigilo. Al subir al coche le envíe un audio a Novoa agradeciéndole el dibujo. Le preguntaba si sabía lo que era el trastorno evitativo ansioso. En ocasiones me sentía huyendo o con una insatisfacción casi crónica. La frase que había usado en el dibujo describía bien ese estado, pensé. Fue una frase que se me había ocurrido veinte años atrás. Feliz como una línea recta. Cuando ya estaba llegando a casa, vi que Novoa me había enviado un audio, respondiéndome. Las camisetas con este dibujo se venderán como churros, decía con su voz de flauta. Y lo del trastorno evitativo ansioso, ni idea, me sigue diciendo. Pero lo que he visto en wikipedia es una media putada. Hay partes en las que me reconozco. Espero que estés bien, un beso. Silencié el móvil y me dispuse a quitarme la ropa para poder dormirme cuanto antes. Me sentía agotado.

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