Balón al pie.

Fácilmente nos vamos enredando. En una inercia que nunca se sabe bien de dónde viene. Conoces a alguien y los acontecimientos van solos, como guionizados. Alguien fuera de los nicóticos me dijo una vez que no era suficiente con saberse, había que cuidarse también. Manu va por ahí hablando con metáforas futbolísticas. A Manu lo conocí una noche con una cerveza en la barra. En seguida conectamos. Me vio que andaba un poco borracho. En un rincón de la barra. Una pareja me había ido moviendo, disimuladamente. Hasta que Manu se presentó diciéndome "balón al pie". Vería mi cara de enfado. Y quiso usar esa expresión para calmarme. Y lo consiguió. Sonaba un tema del grupo Franckie goes to Hollywood. No sé por qué empezamos hablando de Fat City, la película de Jhon Houston. Coincidimos que nos había sorprendido a los dos. Yo fui durante unos años muy fan de Jeff Bridges. Aunque en esa peli lo de menos es su interpretación. Quizás el guión, la relación entre el boxeador joven, inexperto y el veterano (a punto de retirarse), y el paisaje real, deprimente y casi grotesco de fondo, más la pérdida de inocencia del boxeador novato, interpretado por Bridges, hizo que de alguna manera yo lo extrapolara a aquella noche. Hay algo de experiencia estética en las vivencias reales. Algo que vivimos en la cotidianeidad que nos remite a lo vivido a través del cine, la música y los libros. He de decir que Manu tiene unos 15 años menos que yo. Y desde que lo conocí aquella noche en el local de moda lagunero llamado Ton Ton, nos hemos ido dando cuenta de las similitudes de nuestras vivencias con 15 años de desfase. Digamos, me dijo, que tu pasado soy yo, y mi futuro eres tú. Aún tengo una oportunidad de modificar mi futuro y tú de valorar tu pasado. Así es Manu. Con frases lapidarias o adagios que te dejan pensando, imposibles de digerir de una sóla vez. Mi cerveza fue reemplazada por otras tantas. Recuerdo haber llegado temprano al local. Cosa que pocas veces hago. Aquel día había sido el cumpleaños de mi sobrina. Yo llegaba con una pierna magullada. Unas horas antes había tenido un accidente con la bici. Me habían fallado los frenos. Estuve todo el cumpleaños disimulando el dolor. Y mirando el móvil, buscando un mensaje de Abi que no llegaba. Y no llegó. Quizás por eso fui tras el cumple al Ton Ton. Con la pierna dolorida, fui desplazado poco a poco a lo largo de la noche. Una marea de gente informe. Prepandemia. Manu, me contó semanas después su proyecto de novela. Andaba leyendo Los reconocimientos de William Gaddis. Este tipo de literatura no puede funcionar ya. Pero es a lo que deberíamos aspirar, decía. El fragmentarismo y la forma de procesar textos a partir de hiperenlaces hace que nuestra forma de leer y de pensar se modifique. Un libro con más de docientas páginas con una propuesta estética diferente nos parece algo desfasado. Es tu pasado, me decía. Pero tendría que ser mi futuro. Yo, que recordaba el símil con la peli de Houston, aunque no me considerara un boxeador a punto de retirarse, quise espantar esa idea hablando su jerga futbolística sin contexto. Queriendo conectar con mi pasado que al fin y al cabo ya no era tal. Balón al pie, le dije. Mientras me miraba con algo de compasión que no podía o no quería dismular. 

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