Vilas feminista.

No puedes hablar de ciertas cosas del feminismo. La discriminación positiva. La carencia de una autocrítica. La empatía emocional con la víctima. Vilas remueve con el dedo su copa de balón. Ron arehucas blanco y sprite. Estamos en el sitio de siempre. Hemos hablado del edificio de Sabina. Hace unos quince años un poco después de que Vilas se marchara a latinoamerica, y cinco años después de que Alba desapareciera, Sabina contactó con Clemen con la idea de crear una editorial. Todo el tema de los nicóticos se unió a la tendencia feminista de Sabina. Por aquella época era diferente. Se podía hacer autocrítica y seguir siendo feminista. Vilas por aquel entonces practicaba la terapia cooperativa en pueblos indígenas. Dando un paseo por La Laguna, nos topamos con el edificio heredado de Sabina que ahora estaba en venta. Habíamos acabado donde siempre. Mientras Vilas seguía paladeando su copa y desgranando los recuerdos de la Sabina niña que jugaba en el patio de la casa de Alba durante las sesiones de espiritismo, yo comprobaba el hielo aflojado por el calor de la tarde en un Bayleys que perdía consistencia. Hablamos de una palmera que han talado recientemente. Sin ningún tipo de consulta. Hablamos de la democracia poco participativa. Vilas me invita a realizar un club de lectura. Sobre el ecofeminismo, o sobre lo que se nos vaya ocurriendo. Le hablo del discurso en redes sobre la paralización de la construcción del Hotel en La Tejita. Sobre el uso del femenino como neutro. Me corrige. No es neutro, me dice. Es una referencia al género de persona. Un género femenino que nos engloba a todos. A casi todos, pienso.
Él ha estado presente en las protestas. Nicóticamente diría que yo también. Pero no es cierto. Me despido de Vilas. Le hago un bizum por el Bayleys. La tarde está empezando a refrescar y lo agradezco. 

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